sábado, 20 de abril de 2013

La sorpresa inesperada

La sorpresa inesperada

Cuando llegaron a la estación de La Coruña, su abuela les comunicó que ella ya no residía allí, sino en un pueblo muy chico de tan solo 1.500 habitantes y con un solo colegio, el pueblo se llamaba El Pueblo Encantado.
Todos al escuchar el nombre se pusieron muy nerviosos pero la abuela, que se había dado cuenta de la cara que tenían los tranquilizó diciendo que el nombre se debía a que hace miles de años en lo alto de el pueblo había una casa encantada, pero que no se preocuparan porque solo era una leyenda que seguramente se habían inventado para mandar a dormir a los niños.

-Abuela, ¿enserio que allí había una casa encantada?- preguntaban constantemente Marco y Álvaro.

-No, no os preocupéis eso es solo una mentirijilla que la gente se inventaba para mandar a dormir a los niños.

La abuela cuyos rasgos ya estaban muy deteriorados puso su cara más amable, para intentar convencer a los pequeños gemelos.

Tras una larga e interminable hora de camino por fin llegaron a un pueblo muy chico donde se respiraba un aire fresquísimo y donde la temperatura era muy agradable, pues era otoño, un mes ideal para visitar los pueblos más inesperados de Galicia.

Al llegar vieron una gran casita donde había un gran jardín. Al entrar observaron que la casa por dentro era bastante amplia y que era de un tipo rural y muy acogedor.

Cuando todos terminaron de deshacer el equipaje, fuero a cenar. Estos cenaron una cena bastante abundante, con una caliente sopa, y una menestra de verduras.

Mientras comían Noelia dijo:

-Hijos debo comunicaros una noticia bastante triste, nos quedaremos a vivir aquí durante un largo periodo.

-¡NO!- dijo Daniela, cuyos ojos verdes le brillaban porque estaba a punto de echarse a llorar- Yo tengo allí a mis amigas, y no pienso abandonarlas.

-Pero hija- Dijo Jorge, el padre- No las vas a abandonar y mucho menos olvidar, pues vas a seguir en contacto permanente, y además vas a seguir en contacto con ellas.

Y dicho esto Daniela se fue corriendo a su habitación llorando, para comunicarle la terrible noticia a su mejor amiga Paula.

viernes, 19 de abril de 2013

La Llegada

La Llegada

-¡Corred niños que si no perderemos el tren!
-Ya vamos papá.
Esa misma mañana a las 7:00 toda la familia Gomez Gonzalez estaba en pie, puesto que tenían que hacer un largo viaje de unas seis horas hacia Galicia donde emprenderían una nueva vida.
-¿Habéis cogido todo?- preguntó Noelia, la madre de sus tres hijos, Daniela, una chica alta y morena, con los ojos verdes, bastante guapa e inteligente, Marco y Álvaro, cuyos últimos eran gemelos, eran un tanto rubitos, con los ojos azules, como su madre, y con pequitas, que también habían heredado de su madre.
-Si mamá- dijo Daniela de 12 años.
todo estaba listo solo faltaba que los niños se montaran en el coche y pudieran emprender su viaje tranquilo.
-¿Has llamado a tu madre?- preguntó Jorge el padre de la familia.
-Si, claro.
Después de unas dos horas de viaje en tren, y de ver muchos, muchos árboles y de jugar a muchas partidas de "veo, veo", Marco y Álvaro de 8 años cada uno empezaron a cansarse y no pararon de incordiar a sus padres y sobre todo a su hermana mayor Daniela.
-¿Cuánto queda? ¿Cuánto queda?- preguntaba constantemente Marco y Álvaro. Y como no sus padres y Daniela siempre le contestaban lo mismo.
-Queda poco. Callaos ya y jugar a algo o dormiros, o también podéis contemplar el paisaje.


Ya habían llegado después de 6 horas interminables de viaje. El aire era muy frío, ya que ellos estaban acostumbrados a vivir en una zona bastante cálida. Allí los esperaba su abuela, una mujer bastante mayor pero muy bien cuidada, a sus 87 años. Hacía futting todos los días y siempre seguía una dieta bastante equilibrada.
-Hola hijos míos que mayores estáis ya, hace 2 años que no os veía. ¡Uy! hija has engordado bastante desde la última vez que te vi. Sin embargo, tu Jorge estas igual de delgado como siempre.
Todos habían hechado mucho de menos a su abuela, pero lo que no sabía nadie, es que le esperaba una sorpresa bastante desagradable.